El primer mate que existió se lo “regaló” la luna a un anciano guaraní, o al menos eso cuenta la preciosa leyenda de la yerba mate, sobre esta popular bebida argentina, y de otros países de América Latina.
Existen diversas leyendas argentinas pero la leyenda de la yerba mate es una de las más bellas y atrapantes de entre todas las leyendas argentinas infantiles más populares.
Esto se debe en parte a que el mate es sobre todo una invitación a compartir buenos momentos con amigos y seres queridos, es un emblema clásico de la tradición argentina, que se remonta a una época anterior a la constitución de nuestro país, cuando los pueblos originarios ya apreciaban y conocían sus muchas propiedades y beneficios para la salud.
Si has llegado hasta acá seguro querés saber cuál es la leyenda del mate. A continuación, te contamos la que es una de las leyendas argentinas cortas más bonitas que existen… y a la vez, una de las leyendas argentinas para niños más conocidas y divulgadas.
Existen diversas versiones de la leyenda de la yerba mate, pero en este artículo te relatamos la más difundida y aceptada en el folclor nacional. Ésta, al igual que todas las leyendas cortas argentinas, intenta explicar de manera mágica, el origen del tradicional ritual del mate. Descubrí esta leyenda tradicional argentina sobre la creación de la planta de la yerba mate.
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La leyenda de la yerba mate
Como dijimos antes, si bien hay muchas leyendas populares argentinas, la leyenda de la yerba mate es especial por ser, esta bebida, parte de la identidad cultural de argentina…
La siguiente es la leyenda de la yerba mate guaraní, una de las tantas leyendas argentinas populares… y dice así:
«Según una antiquísima leyenda guaraní, la diosa luna, Yasí, que alumbraba la noche, plateando los ríos y arroyos, desde hace mucho tiempo atrás deseaba conocer la tierra, que el dios Tupá, había cubierto de hermosos y profundos bosques, y ser capaz de apreciar y disfrutar de los prodigios que había en ella.
Desde la altura, solo era capaz de ver muy poco entre la espesura, pero a sus oídos habían llegado las historias de quienes habían visitado la tierra que se encontraba a sus pies y que hablaban de sus maravillas, de los animales salvajes, la belleza de las flores, y la hermosura de los ríos y lagunas, sintiéndose cada vez más curiosa por conocerlos.
Su deseo fue creciendo de tal manera que decidió un buen día bajar acompañada de su amiga, Araí, la diosa nube, en la forma humana de dos jóvenes hermosas.
Al bajar pasearon por los bosques, caminaron por la fresca hierba, escucharon el hermoso cantar de los pájaros, se reflejaron en las cristalinas aguas de los ríos, y olieron el agradable perfume de las flores,disfrutando de su belleza.
Y continuaron andando todo el día, pero al día siguiente se sintieron cansadas, cuando a la distancia vieron una humilde choza y decidieron acercarse en busca de reposo.
Sin embargo, antes de llegar sintieron un ruido desde la profundidad y espesura de la selva, y un yaguareté, dispuesto a atacarlas, se abalanzó sobre ellas. Ambas quedaron inmóviles y en ese preciso momento una certera flecha disparada por un viejo cazador sorprendió a la fiera y la hirió en el costado.
El animal totalmente enfurecido intentó lanzarse sobre él, pero otra flecha atravesó su corazón, y murió.
Al concluir la “lucha”, Araí y Yasí fueron invitadas por el viejo indio a entrar en su pobre choza, ofreciéndoles su hospitalidad.
En ella se encontraron con su mujer y su hija, y fueron atendidas con gran cariño, ya que las creencias de esta familia sostenían que el gran Tupá miraba con desagrado a aquellos que no ofrecían dignamente hospitalidad a sus semejantes. La familia les convidó el único alimento que les quedaba, unos panes de maíz, y después las invitaron a descansar.
Al siguiente día, Yasí anunció al viejo indio que debían marcharse, y su mujer y su hija las despidieron con gran afecto. Entonces emprendieron su camino, acompañadas por el hombre, quien les contó el motivo de que vivieran aislados y lejos de la comunidad en la que antes vivían.
Según les dijo, cuándo su adorable hija creció, fue invadido por la inquietud, el sosiego y el temor de que su hija perdiera las virtudes que Tupá le había concedido, y decidieron buscar la soledad, creyentes que ésta les ayudaría a conservarlas.
Finalmente, Araí y Yasí, se despidieron del amable anciano, y se quedaron solas, y cuando se habían alejado lo suficiente dejaron su forma humana y ascendieron a los cielos…
…Desde donde Yasí siguió mirando al viejo indio, y a su esposa e hija, agradecida su gran hospitalidad y sintiéndose en deuda con ellos.
Por lo cual decidió llamar a Araí, y le dijo: “Debemos premiar a esta familia por su hospitalidad, por habernos ofrecido su única comida y su hogar”.
De esta manera tanto Yasí como Araí, se dedicaron a buscar con todo afán un regalo, que debía ser original, y que fuera adecuado para el viejo indio, su mujer y su hermosa hija.
Una noche, después de un tiempo, se infundieron en los sueños de aquellas tres amables personas, y mientras dormían, Yasí sembró, desde el cielo, delante de la choza, una semilla celeste, iluminando fuertemente el lugar.
Al mismo tiempo Araí dejó caer una suave y dulce lluvia que empapó la tierra.
A la mañana siguiente, cuando el viejo indio se despertó y se apresuraba a salir al bosque, encontró frente a la puerta de su choza, un prodigio que lo dejó sin aliento, del suelo habían brotado unos árboles pequeños y menudos, con blancas y bellas flores que asomaban tímidas entre las verdes, ovaladas y oscuras hojas.
Rápidamente llamó a su mujer y a su hija, y quedaron extasiados ante lo acontecido, cayendo de rodillas sobre la tierra húmeda.
En ese momento, el cielo se oscureció y una luz blanca y brillante fue tomando la forma de Yasí, que descendió, como la bella joven que ellos habían conocido, y les dijo dulcemente: “No tengan miedo… Yo soy Yasí, la diosa luna, y deseo premiar su bondad. Esta planta que ven aquí la llamarán “caá”, y desde ahora y para siempre será para ustedes y para todos los hombres y mujeres de la región un símbolo de amistad y un alimento para beber. Y su hermosa hija vivirá eternamente y no perderá nunca su inocencia, su belleza y la bondad de su corazón. Ella será la dueña de la yerba.”
Después, Yasí hizo que se levantaran y les enseño como debían tostar y moler las hojas de la yerba y el modo de tomar el mate… finalmente, sonriendo, volvió al cielo. El viejo indio, siguió sus instrucciones con exactitud y precisión, tostando las hojas y moliéndolas, para colocarlas luego en una calabaza y verter agua caliente… y con una pequeña y fina caña beber la infusión.
Pasando después el “mate” a su mujer y a su hija para que lo probaran… Había nacido el mate como un símbolo de paz y confraternidad… Un regalo de la diosa Yasí a los hombres y mujeres para que compartan experiencias y vivencias, y fomenten su amistad.
Con los años, tanto el viejo indio como a su mujer murieron, y después de que su hija cumpliera sus deberes rituales, desapareció de la tierra, convirtiéndose en Caá Yarí, la deidad cuidadora de la yerba mate.
Y dicen que de vez en cuando se deja ver entre los yerbales, susurrándoles a las plantas y velando por su crecimiento, y protegiendo a los cosechadores y yerbateros, como una hermosa joven que en sus ojos denota su inocencia y el candor y la bondad de su alma.»
Una última reflexión…
La leyenda guaraní de la yerba mate, es una de las leyendas del norte argentino más popular. Es un cuento tradicional argentino que nos muestra la belleza de los pueblos originarios de esta parte del mundo, y su forma de ver y entender el mismo, de la cual tenemos sin duda mucho que aprender.
La leyenda del mate es uno de los mitos y leyendas argentinas más difundidas, siendo una de las leyendas guaraníes para niños más recitadas y mencionadas en las escuelas y colegios de Argentina y otros países de América del Sur.
Existen muchas leyendas guaraníes, pero esta es especial porque relata (de manera mágica) como le fue “regalada”, a este noble pueblo, esta maravillosa bebida que es el mate.
Los guaraníes son un grupo de pueblos originarios sudamericanos, cuya auto-denominación étnica original es “avá”, que significa “ser humano”, quienes fueron los primeros en tomar esta maravillosa infusión, utilizando una caña perforada y una calabaza como recipiente, donde colocaban la yerba tostada y machacada y vertían agua caliente (como lo indica la leyenda del mate) cuya tradición fue adoptada por los conquistadores extranjeros, y permanece hasta nuestros días.
Como pudiste apreciar esta leyenda argentina corta es hermosa y muy sencilla, por lo cual resulta ideal como una leyenda para niños, que manifiesta la importancia, la “magia” y la experiencia inigualable, para quienes vivimos en esta parte del mundo, que conlleva el ritual de compartir un buen mate con amigos y seres queridos.
Dentro de las leyendas argentinas cortas para niños esta es una de las más bellas y encantadoras para compartir con los peques, ya sea en la casa o en la escuela.
Ahora conoces una de las tantas leyendas aborígenes, un cuento tradicional argentino, que puedes compartir con los más pequeños para fomentar su gusto e interés por el mate… que es sin duda alguna una de las leyendas tradicionales argentinas cortas más encantadoras y bonitas.